Flores Para los Muertos

Este libro no trata sobre un solo tema, ni tiene un solo estilo de escritura. Creo que cada libro es realmente un sistema de ideas, y las ideas no necesariamente son claras ni pueden entenderse como se entiende un libro, leyéndolo de tapa a tapa. Las ideas son pensamientos, no tienen forma, y adquieren la del cerebro que las contiene. Esta es la forma de mis ideas: son ensayos y monografías, pero también son cuentos y poemas. Son historias, son citas sacadas de contexto, son autores ficticios, son opiniones sin fundamento o hechos con sustento científico. Algunos escritos tienen la cantidad de referencias que requiere una obra académica, pero en otros me tomé más libertades. Escribí opiniones que no comparto, pero también opiniones que no muchos otros comparten. Como buscando respuestas a preguntas olvidadas, intenté buscarle coherencia al mundo de hoy y la incertidumbre del mañana basándome en las ideas de los grandes pensadores del pasado. ¿Cómo caracterizaría Maquiavelo las democracias de hoy?, ¿Qué diría Le Bon de la colectivización del pensamiento actual?, ¿Cómo responden los filósofos existencialistas a la idea de que no somos realmente libres? La primera parte de este libro está compuesta por los poemas y cuentos cortos que creo que se relacionan de alguna manera a los temas que voy a tocar en la segunda parte. En esta segunda parte es donde explicito, en tres escritos separados, la idea que intenté crear en la primera parte. Qué fácil sería si pudiera mostrarles una idea como la entiendo en mi cabeza... pero las palabras a menudo son ariscas, y muchas veces la esencia de un pensamiento se pierde cuando se mete a la fuerza en los renglones de una página. ¡Qué simple mostrar una idea tal y como vive en la mente de su creador, como un escultor muestra su obra!, vista desde cada ángulo, y en todo detalle, esa piedra con significado. No... no es así como debe entenderse un libro, no sea acaso la complejidad de una idea reducida para que pueda ser entendida por el que la lea como un espectador. Un libro no puede ser como aquella piedra del escultor, para ser admirada por los que la contemplen, debe ser como la piedra misma, entera y sin forma, con un cincel al costado y una nota que diga hacelo vos mismo, y que todo el que lea las páginas esculpa el significado que él mismo le encuentre a las ideas, porque, después de todo, las ideas son pensamientos, no tienen forma, y adquieren la del cerebro que las contiene. Es por esto que no pretendo ser el portavoz de los filósofos y pensadores del pasado, este libro es sólo la escultura que yo pude hacer con sus ideas, y es la forma en la que reconozco los cambios que produjeron en el mundo. Esta es mi respuesta a ellos-mis flores para los muertos.